En Whashington hicieron el mismo experimento, allá por el mes de enero, pero aún más exagerado: el violinista en cuestión era Joshua Bell, uno de los mejores del mundo, que llena auditorios con entradas a precios estratosféricos... y que al parecer recaudó en tres cuartos de hora un pelín más de lo que cuesta una entrada, en el gallinero del gallinero, para verle actuar en un escenario, digamos, más convencional. Grabación del experimento aquí.

El experimento en versión americana fue promovido por el Washington Post, que se preguntaba si tenemos tiempo para la belleza, y que aceptó como respuesta que la gran ciudad nos abduce y que tenemos un comportamiento automático que no nos permite apreciar lo que nos rodea.
Personalemnte, y aceptando que la gran ciudad nos abduce (doy fe), creo que la respuesta a esa pregunta habría sido diferente si en vez de violinistas hubieran puesto a Ronaldinho haciendo malabares con un balón o a Brad Pitt luciendo abdominales. En definitiva, que la reflexión no es si tenemos tiempo para la belleza. Lo que hay que preguntarse es: a qué le dedicamos nuestro tiempo? Qué nos llama la atención? Qué entendemos por belleza? En definitiva, como valoramos las masas el arte, y qué papel juega el arte en nuestra sociedad?
Pero ahora no puedo responder, que voy a buscar en Youtube vídeos de Elsa Pataky... Y por cierto, la próxima vez que oiga al señor que toca con una flauta de pico (de las de toda la vida) la canción de Heidi en el metro de Plaça Catalunya le pediré un autógrafo... quien sabe, tu...

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